Las tecnologías tienen un gran impacto en el medio ambiente. Se calcula que el 5% del consumo total de energía mundial se produce por el uso de tecnología, el doble de la que se origina de la industria de la aviación. Ese impacto ambiental no solo proviene de la emisiones de CO2 que genera el consumo eléctrico, sino también de la fabricación de los equipos y su complejo reciclaje al final de su vida útil, ya que contienen materiales altamente contaminantes como el mercurio, cadmio, litio, etc. Entonces, ¿cómo podemos reducir este impacto?
Lo sabemos, la necesidad de remplazar un equipo (computador, tableta, teléfono inteligente) se debe en gran parte a lo que se llama la “obsolescencia programada”, ya sea de los materiales, el software o hasta del diseño. ¿Cómo prolongar al máximo la vida de un equipo? La primera idea es sencilla: mejor reparar que reemplazar.
Si el equipo ya muestra sus limitaciones en términos de capacidad energética o de memoria, quizás, lo único que hace falta es cambiar la batería, instalar un nuevo disco duro o ampliar la memoria. También existe la posibilidad de cambiar el sistema operativo de un computador, instalando otro que necesite menos capacidades. Por ejemplo, distribuciones como linux Puppy Linux, Linux Lite, Lubuntu o LXLE permiten revivir incluso equipos muy viejos y de pocas capacidades.
En cuanto a los teléfonos, el “fairphone” está diseñado para durar y ser reparado, además de que es construido con materiales justos y con mano de obra trabajando en buenas condiciones. Es cierto que tiene un alto costo, pero vale la pena verlo como una inversión a largo plazo.
Para quienes les gustan reparar o quieren aprender a hacerlo, un buen recurso es el sitio web “I fix it” en su versión en español.
Hace algunos años, un artículo del Times [ya no esta en línea] afirmaba, basándose en las investigaciones del físico Alex Wissner-Gross, que dos búsquedas en Google consumían tanta energía como calentar una taza de té. Aunque se supo después que esta afirmación no era realista, es un hecho que los centros de datos de la nube y, en particular, los de los motores de búsqueda consumen mucha energía eléctrica, cuya fuente es mayoritariamente combustible fósil. ¡Sí, la nube contamina!
Realmente, cuando navegamos por internet, no hace falta hacer búsquedas de todo en Google, Bing, Qwant o nuestro buscador favorito. Podemos usar marcadores que recuerdan la dirección de nuestros sitios favoritos y así reducimos el consumo energético, por tanto, la emisión de CO2.
Cuando visitamos un sitio web, en muchísimos casos, una gran parte del consumo de datos no se debe al sitio web en sí mismo, sino a todas las solicitudes externas –en su mayoría invisibles– de los actores publicitarios. El uso de un bloqueador de publicidad (ej. AdBlock, uBlock, Block Tracking) nos permite reducir esta cantidad de información que muchas veces resulta inútil. ¡Además, recibiremos menos publicidades, consumiremos menos datos de nuestro plan y compraremos menos cosas inútiles, lo que también es amigable con el medio ambiente!
¿Has notado como el celular consume datos y batería aun cuando no lo estamos usando? Esto se debe a que muchas aplicaciones y los sistemas operativos (Android o iOS) envían datos personales constantemente. Además, si la aplicación es gratuita, el modelo de negocio nos considera el producto, por lo que va a requerir obtener muchos de nuestros datos.
La mejor recomendación es desinstalar las aplicaciones que no usamos y, si se puede, aquellas que vienen preinstaladas en nuestro equipo. También es recomendable cerrar manualmente aquellas apps que quedan activas inútilmente en segundo plano (aplicación/forzar detención).
Otra recomendación es usar aplicaciones de código abierto, pues tienden a ser mucho más transparentes en el uso de nuestros datos personales. Si tienes un teléfono Android, puedes explorar la posibilidad de instalar el repositorio de aplicación de software libre y código abierto F-Droid.
¡Este consejo logra conciliar ecología, economía, ahorro de batería y hasta privacidad!
La tecnología 4G consume 23 veces más energía que el ADSL. Es por eso que es mejor restringir su uso a aquellos momentos en que sea indispensable. También podremos ahorrar dinero, datos y batería de nuestro celular. El mismo argumento sirve para las películas en alta definición o high definition (HD), que consumen muchos datos, por lo tanto, mucha energía eléctrica.
¿Quién deja la llave de agua o el motor de su carro encendido cuando no lo necesita? Justamente, es lo que hacemos con el router que nos da acceso a internet de nuestra casa u oficina, que permanece encendido siempre. Sin embargo, se estima que este equipo consume casi el doble de un computador portátil, así no lo estemos utilizando. Por lo tanto, se puede apagar manualmente durante la noche o cuando nos vamos de vacaciones. Incluso algunos routers tienen una función de temporizador de la red inalámbrica, que permite apagar el WIFI automáticamente según se programe.
Acabamos de mencionar muchos trucos para disminuir nuestro consumo de datos y energía. Sin embargo, al final del día, el mayor consumo digital esta en el colosal uso que hacemos de nuestros dispositivos digitales, ya sea por que inconscientemente hemos sido empujados por las hipnóticas estrategias de publicidad o por nuestra propia adicción a la tecnología.
La organización estadounidense Human Tech publicó varios consejos para disminuir el uso compulsivo de nuestros equipos favoritos. Algunas recomendaciones que rescatamos son: apagar las notificaciones, sobre todo, si son generadas por un máquina y no por una persona que quiere llamar nuestra atención; configurar la pantalla en escala de grises para eliminar la tentación recurrente de revisar nuestro teléfono; cargar el teléfono en otra habitación (o al otro lado de la habitación); etc.
Estos simples consejos pueden ayudarnos a tomar control sobre nuestra vida digital y hacer un uso más consciente de la tecnología.
¿Y qué pasa con las compañías tecnológicas?
Hasta ahora hemos hablado solamente de responsabilidad y actos desde el punto de vista de las personas. Sin embargo, una gran parte de la contaminación digital se debe directamente a las empresas tecnológicas y sus decisiones: a Google, Apple, Facebook, Amazon (GAFA) y otros.
De la misma manera que cada vez es más común encontrar sellos de advertencia sobre el valor nutricional de un producto alimenticio, podemos empezar a plantearnos la creación de criterios de elección que consideren la protección del medio ambiente con respecto a nuestro consumo de tecnologías digitales. Es decir, poder optar por productos tecnológicos en función de la responsabilidad ambiental de las empresas. Ya se está hablando de “green IT”… Es el poder del consumidor que podríamos usar mucho más, en beneficio de un sistema más sostenible medioambientalmente hablando.