En el Congreso está en consideración un proyecto de ley que, de aprobarse, convertiría en delito la difusión no consentida de material con contenido sexual o erótico. A esta conducta se le llama, mundanamente, pornografía no consentida o, muy erróneamente, porno venganza. Es probable que el proyecto responda a esta realidad: según cifras de la Policía, entre 2014 a principios de 2018, se registraron unas 2.843 denuncias; solo en 2017, el incremento experimentado de denuncia fue del 28 por ciento.
Estas cifras, nos parezcan bajas o no, se enfrentan a otra sombría estadística: el nivel de denuncia no llega ni al 10 por ciento de los casos; es decir, existe un considerable y preocupante subregistro. Se pueden manejar muchas razones que desalientan la denuncia (ej. falta de confianza en el sistema, temor por la situación personal y profesional de la víctima, pudor, etc.), pero, tal vez, hay que darle una mirada a otro dato para entender este problema: dos de cada tres víctimas son mujeres.
¿Qué tiene que ver esto con que no se denuncia? Mucho, sobre todo, si consideramos que a las mujeres se les castigas por disfrutar su sexualidad, haciéndolas sentir culpa cuando lo hacen. ¡Oh, la culpa, el peor enemigo para explorar y experimentar con la sexualidad femenina! Poco se reflexiona sobre la libertad sexual, es decir, la libertad de autodeterminación secual, de hacer y aceptar las propuestas sexuales que se prefieran, así como rechazar las que no se desean.
Tomarse voluntariamente una foto y compartirla a través de internet es una opción sexual perfectamente válida. Es una forma “moderna” de despertar el apetito o la atracción sexual de esa persona que nos interesa. Compartir ese contenido con personas ajenas a la relación que motivó el primer envío también puede ser una propuesta sexual válida. Cuando se hace sin que exista la aprobación de quien, en primer lugar, se tomó y envió el contenido, estamos ante transgresión a la libertad sexual. Esto no es más que otra expresión más de violencia machista, aquella que busca ejercer control y opresión sobre las mujeres, sus cuerpos, sus deseos, su sexualidad…
Con el fin de motivar la reflexión sobre este problema y de retomar el control sobre nuestra sexualidad, queremos invitarles a que nos acompañe en el taller “¡A quemarlo todo! Una instancia de conversación sobre la violencia de género y la pornografía no consentida en internet”, el próximo 5 de febrero a las 4 de la tarde en Karisma (Transversal 22a #59-44). Aprovecharemos que ese día se celebra el Día Internacional de la Internet Segura, que hace un llamado a la acción para que entre todas las personas creemos una mejor internet, para armar la resistencia contra esta violencia, reflexionar sobre sus complejidades y conocer información útil para denunciar esta conducta. Prometemos que será un espacio seguro y esperamos que también sea divertido (¡hay juego incluído!).
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