El paro convocado para el 21 de noviembre ha canalizado un malestar social histórico cuya profundidad ha sido ignorada continuamente por los distintos gobiernos nacionales y desembocado en una protesta que debe ser atendida.
Lamentamos la violencia en contra de cualquier persona, sin importar si son manifestantes o miembros de la fuerza pública. Sin embargo, creemos que es necesario entender que las relaciones entre distintos sectores sociales, el sector privado, medios de comunicación, fuerza pública y autoridades no suceden en condiciones de igualdad. Las autoridades públicas solo serán legítimas si sus acciones se dirigen inequívocamente hacia la protección y garantía de los derechos fundamentales.
El Gobierno ha prometido “una plataforma tecnológica” para abrir un diálogo sobre los problemas que considera el corazón de la protesta. La tecnología es útil para facilitar y apoyar procesos de participación ciudadana en la medida que sea parte de una estrategia más amplia y no como la respuesta principal a las demandas de la protesta. La plataforma tecnológica será insuficiente si quiere llegar a las 20 millones de personas desconectadas, justamente la población que está en el centro de las demandas sociales.
Internet y las plataformas tecnológicas no van a solucionar por sí solas los problemas para generar un diálogo político serio. Distintos factores han debilitado la capacidad de construir una base política local para canalizar las demandas: asesinato de líderes sociales, la situación de sobrevivencia en la que viven muchas personas que no les deja tiempo ni energía para hacer parte de un diálogo, la precarización laboral, y las dinámicas clientelistas y de corrupción. Estas y otras razones impiden a muchas personas y comunidades participar en el desarrollo de agendas políticas que reflejen sus intereses. No hay que engañarse pensando que una plataforma va a sustituir los espacios que han sido sistemática y violentamente cerrados para quienes hoy se manifiestan en las calles.
En este contexto, proponemos los siguientes puntos para seguir la discusión que ha provocado el paro nacional:
- La democracia se ejerce todos los días y no exclusivamente cada vez que hay elecciones. El modelo de la Constitución Política del 91 hizo avances importantes hacia una democracia participativa. En un escenario como ese, una plataforma tecnológica puede funcionar para hablar con algunos grupos. Sin embargo, en un país donde la mitad de las personas ni siquiera tienen acceso a internet y la otra se enfrenta a importantes brechas, el canal de diálogo principal no puede ser a través de internet.
- Es evidente que la formación en derechos humanos de la fuerza pública no ha sido suficiente para garantizar la protección de los derechos fundamentales. Se requiere una profunda revisión y ajustes de las capacitaciones que permitan determinar las razones por las que ha fallado para realizar cambios que eviten nuevos abusos y desmanes. También es hora de replantear la orientación militarista de la Policía Nacional y expresar la necesidad de que sea un cuerpo civil. Un primer paso es evaluar la pertenencia de este cuerpo al Ministerio de Defensa.
- En los días anteriores al 21 de noviembre, el Gobierno demostró que es capaz de utilizar todos sus canales de comunicación para repetir los mismos mensajes y alinearse detrás de un eslogan para debilitar el paro. Dada la necesidad de abrir el diálogo nacional, las comunicaciones del Gobierno deben evitar la orquestación de este tipo de estrategias sordas y pensar más allá de las redes sociales.