Los riesgos de las mujeres que hacen política en internet

2022-03-08 Leer en voz alta

La participación efectiva y el liderazgo de las mujeres en la política y la vida pública son fundamentales para lograr la igualdad entre hombres y mujeres. En Colombia dimos los primeros pasos en 1954 con la aprobación del voto femenino.  Luego, solo hasta 1991, se nos reconoció el derecho a ser tratadas igual que los hombres (art. 43) y se obligó a las autoridades a asegurar que participáramos en los niveles decisorios de la Administración Pública (art. 40).

Pero esos pasos no nos dejan cerca de la meta. El 20% del Congreso que sale está integrado por mujeres y tan solo 6% de los municipios y departamentos son dirigidos por ellas. Para estas elecciones de Congreso, según la MOE,  del total de las inscripciones, 1.132 son mujeres llegando a un 39%. De las 203 listas, tan solo 77 están encabezadas por ellas, es decir el 37,9%. Esto, aunque las mujeres conforman el 51,6% del censo electoral. 

Esos números nos llevan a pensar que aún existen barreras que impiden la participación política de las mujeres: persisten roles tradicionales de género que suponen doble jornadas de trabajo, hacen falta medidas al interior de los partidos y movimientos políticos para promover la igualdad y fomentar sus liderazgos, y los programas de gobierno no contemplan sus derechos en sus agendas. 

A ello se suma la violencia que, para el caso de las mujeres que deciden entrar en las contiendas electorales, se convierte en una forma de control social. Busca mantener a las mujeres en los roles que históricamente han ocupado: en el hogar, en lo privado. 

Aunque hombres y mujeres experimentan agresiones como barrera para su participación política, los prejuicios de género dan forma a la violencia y determinan la repercusión que ella tendrá en la vida de la víctima. Es más probable que las amenazas realizadas a hombres sean de tipo físico, mientras que a mujeres sean de tipo sexual. Como los ataques tienden a ser personales, afectan en mayor medida la vida personal y familiar de la candidata.

Para evitar que ellas participen, son usuales la violencia física y sexual, los actos de acoso, de discriminación, de difamación y descalificación. También la violencia económica como la falta de asignación de recursos para hacer campaña y  simbólica que consiste negarles el uso de la palabra, apagar el micrófono o abandonar el recinto cuando las mujeres hablan. A la larga, además de hacer difícil la participación política, la violencia busca silenciar las voces de las mujeres que deciden hacer campañas políticas.

Por el contexto actual, tanto de avance tecnológico como de pandemia, una parte importante del debate político, al menos urbano, se está dando en redes sociales. Se han convertido en la nueva arena de discusión de los programas políticos, de rendición de cuentas y de control ciudadano. También han permitido una interacción directa y en tiempo real entre los electores y los candidatos.

El espacio digital de debate ha traído beneficios, sin duda alguna. También ha supuesto nuevas formas de violencia política contra las mujeres candidatas. Las mujeres que hacen campaña y adquieren visibilidad sufren por la toma de control de las cuentas de redes sociales, liberación de información privada, bloqueos por autoridades, referencias a apariencia física, cosificación/sexualización, acusaciones sobre dependencia a figuras políticas masculinas, amenazas de daño físico/sexual, creación de montajes/imágenes falsas (deep fakes).

Muchas veces los ataques pueden ser anónimos, sin que sea sencillo responsabilizar a una persona de causarlo, y son rápidamente difundidos, lo que hace “más eficiente” a ese tipo de violencia. Además, tiene impactos graves no solo en el desarrollo de las elecciones sino en el bienestar de las candidatas. Pero por tratarse de agresiones que se dan en el ámbito digital, tienden a ser normalizadas por el bajo riesgo físico que representan. También son asumidas como el precio de ser política

En Karisma estamos adelantando una investigación sobre las características de la violencia política digital contra las mujeres, así como el impacto que ella tiene en la vida personal y en el proyecto político de las candidatas. Queremos saber si las interacciones de las mujeres políticas son distintas a las que reciben los hombres, la forma que adoptan los comentarios y si el desarrollo de la campaña en línea influye en la decisión de las mujeres de hacer parte de los debates públicos a futuro. Un diagnóstico claro nos permitirá avanzar en una política que la aborde verdaderamente.

También, como parte de un ejercicio de diálogo social, hemos lanzado la campaña Alerta Machitroll Elecciones, para que las personas que encuentren comentarios machistas, sexistas y misóginos dirigidos a candidatas los denuncien y les pongan un sello. Una vez identificado el machitroll, la idea es que lo repliquen en sus redes para que la campaña electoral se base en críticas a las ideas y a las propuestas de las candidatas.

Postales sonoras de candidatas políticas

En El Día Internacional de las Mujeres trabajadoras, invitamos a algunas candidatas al Congreso de la República de Colombia, a que nos contaran ¿Cuáles son los principales retos para el ejercicio libre, autónomo y respetuoso de la participación política en las redes sociales?

A continuación te compartimos las postales sonoras con sus reflexiones.

Jennifer Pedraza

Candidata a la Cámara por Bogotá de la Coalición Centro Esperanza

María José Pizarro

Candidata al Senado por el Pacto Histórico

Sandra Borda

Candidata al Senado por el Nuevo Liberalismo


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