Viviana Rangel
Una de las formas más utilizadas para acceder hoy en día a la música que nos gusta es a través de Spotify, sea en su versión “gratuita” o en la que pagas. Lo que en un inicio facilitó el acceso a grandes catálogos de contenidos, hoy en día pone en riesgo la diversidad de las expresiones culturales en el mundo. El modelo de funcionamiento de esta plataforma impacta el proceso creativo, el gusto musical en sí mismo, las condiciones de vida de las y los artistas y plantea nuevos cuestionamientos sobre los derechos culturales en internet.
Los mayores impactos en la transformación del sector han sido generados por el modelo de listas de reproducción o playlists de las cuales la plataforma está a cargo principalmente de dos tipos: las editoriales y las generadas por algoritmos.
Playlists editoriales
Las listas editoriales mantienen en cierta medida los equilibrios de poder en el gran negocio de la música. Las principales discográficas y empresas dueñas de los mayores catálogos en el mundo, con quienes Spotify tiene que negociar las licencias y derechos de uso de las canciones que aloja, naturalmente negocian para que sus artistas encabecen estos listados. Algunas personas del sector lo consideran una nueva forma de “payola” en internet. Adicionalmente, el espacio para estar en estas listas es limitado porque, por ejemplo, un estudio reciente encontró que casi la mitad de los contenidos son de origen estadounidense, cifra que para el caso de Amazon Music alcanza el 67%, lo que nos deja la pregunta sobre ¿qué tanto margen queda para un contenido independiente de nuestra región?
Representantes de la música independiente en Colombia, en entrevistas con Fundación Karisma, nos contaron que varias decisiones sobre la difusión de los contenidos están mediadas por una llamada del representante de la plataforma que, a manera de recomendación, termina solicitando primicias en lanzamientos, sugiere contenidos para las campañas de marketing, entre otros aspectos que por supuesto corren por cuenta del artista, sin que esto tenga una retribución clara a cambio.
Hasta aquí lo que vemos es un gana-gana para la plataforma que prioriza los contenidos que desea y gracias a la necesidad de mayor exposición que tiene cualquier artista en un país como Colombia, cuenta con grandes campañas de marketing y estrategias de difusión que casi a costo cero para Spotify se traducen en más usuarios.
Playlists con algoritmos
Las recomendaciones algorítmicas se alimentan de los contenidos que una persona busca cuando ingresa por primera vez a la plataforma, este algoritmo está entrenado para correr muy pocos riesgos y se mantiene siempre muy cercano a los contenidos originales, lo cual reduce las posibilidades de tener recomendaciones que tengan orígenes más diversos.
Hay listas omnipresentes en la plataforma creadas para acompañar a las personas usuarias en todo momento del día como “domingo de bajón”, “noche de sábado con amigos”, “empieza tu mañana con la mejor actitud”, las cuales captan datos del estado de ánimo, actividades o preferencias en tiempo real, esta información luego es utilizada para vender anuncios y promocionar entre los y las usuarias nueva música. La falta de transparencia en el uso de los datos por parte de la plataforma les generó, en 2023, una sanción millonaria en Europa.
Para que dimensionemos lo que se puede hacer con estos datos, les cuento que en 2021 Spotify recibió una patente para una tecnología de reconocimiento de voz que le permite capturar audio con metadatos de la voz y ruido de fondo de donde se encuentra la persona usando la app, posteriormente con estos datos pueden determinar edad, género y una sumatoria de características que les permite predecir el estado de ánimo de la persona y realizar recomendaciones instantáneas. Información como la entonación, el acento y el ritmo se utilizan para etiquetar al usuario como: triste, feliz, malgeniado, asustado o neutro.
Los representantes de la plataforma afirman que son muy buenos leyendo los gustos de la gente y que su éxito radica en darle al usuario lo que quiere. Y, aunque esa puede ser una opción, también existe la posibilidad de que la plataforma persuada y manipule los gustos de las personas a favor de su negocio, que, además de la música, incluye la venta de datos a terceros. Aquí es importante preguntarnos ¿qué tanto estamos entregando a las plataformas nuestras decisiones de consumo musical?.
Cómo cambia esto la música
Este modelo de funcionamiento además de impactar el negocio está cambiando la producción creativa, el sonido de la música. Como lo más rentable es tener personas oyentes conectadas 24/7, de aquí viene en parte el boom de todas estas listas omnipresentes que tienen música que puede sonar tranquilamente todo el día. Para lograr monetizar con este modelo se deben hacer canciones más sencillas y que sean fáciles de olvidar.
Otro de los impactos está en la duración de las canciones, ya que el pago se hace por reproducción, las canciones de corta duración aseguran una mejor rentabilidad. Y finalmente, como los primeros segundos deben capturar al oyente para que no cambié la canción esto también tiene su impacto a la hora de crear un nuevo track.
Este fenómeno de la plataformización en música, audiovisual e incluso publicaciones editoriales, está altamente cuestionado ya que empresas como Spotify, Amazon, Netflix, Youtube, entre otras, gracias a su posición dominante, están definiendo todas las nuevas tendencias en los sectores creativos. Es la misma estructura de la concentración de las industrias creativas de antaño, pero con un nuevo jugador: la plataforma. La forma en que estas grandes compañías dominan el mercado en internet les permite imponer condiciones injustas para artistas y creadores pero también para las personas usuarias. Al final logran capitalizar el trabajo que muchas personas hacen sin ningún tipo de pago.
Remuneración
UNESCO en el informe Revenue distribution and transformation in the music streaming value chain, alertó en 2022 sobre los desequilibrios en los modelos de remuneración que afectan especialmente a artistas y compositores, quienes en comparación con los ingresos generados por los compromisos musicales en directo, ganan tres veces menos en los servicios de suscripción de pago.
Además afirma que un porcentaje muy pequeño de artistas puede pensar en el streaming como fuente importante de ingresos. En Spotify solo 52.600 de los 11 millones de creadores en su plataforma habían generado más de 10.000 dólares en regalías a finales de 2021. De igual manera, llamaron la atención sobre el creciente desequilibrio entre los altos ingresos que reciben las plataformas de streaming, los grandes sellos discográficos y los distribuidores, y las bajas cifras de dinero que son distribuidas entre personas creadoras y sellos independientes, que a pesar de ser ya muy bajas, las plataformas planean reducir en los próximos años.
Este tema se discute a nivel internacional
Recientemente en las reuniones de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual -OMPI-, delegaciones de países de latinoamérica exigieron que se busquen garantías para las y los creadores de contenidos frente a estas empresas, para ellos, la música latina es una de las principales fuentes de ingresos de las plataformas, pero no retribuyen de la misma forma a quienes hacen las creaciones. Exigen una remuneración justa en entornos digitales.
Por otro lado, Brasil, que tendrá la presidencia de las reuniones del G20 de este año, presentó un plan de trabajo en temas de cultura que además de una remuneración justa, quiere hablar de transparencia por parte de las plataformas y el respeto por los derechos de los creadores con el uso de la inteligencia artificial. Su intención es reafirmar el papel de los Estados en la protección de la cultura, crear mecanismos de control de los países sobre el accionar y los impactos de estas grandes empresas a nivel local.
Conclusión
Muchos por aquí podrán pensar que si esto es un negocio no se puede hacer nada, que al que no le guste se puede ir a otra plataforma o que nada podemos hacer frente al poder de las grandes corporaciones que moldean el mercado. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los derechos culturales, que implican acceso justo a la oferta cultural y posibilidades de sostenibilidad económica para la creación, están reconocidos en la carta internacional de derechos humanos. La existencia de una cultura nutrida, diversa, inclusiva dentro de los países no es un tema menor.
Dentro del sistema internacional, UNESCO hace un par de años lanzó una Hoja de Ruta para la implementación en los entornos digitales de la Convención sobre la Diversidad de las Expresiones Culturales de 2005, con el fin de que los Estados miembros empiecen a incluir políticas que enfrenten estos impactos que las nuevas tecnologías están trayendo. Sobre todo hace un llamado a pensar en la afectación sobre la multiplicidad de formas en que se expresan las culturas de los grupos y sociedades.
Spotify es parte del modelo de la plataformización y es solo uno de los ángulos de los retos que existen. Desde la línea de Democratización del Conocimiento y la Cultura de la Fundación Karisma, creemos que las políticas públicas de cultura en Colombia deben atender estas problemáticas, la supervivencia del sector cultural peligra si se deja en manos del mercado digital sin ningún tipo de regulación.
Junto con las recomendaciones algorítmicas para música y contenidos audiovisuales, hablar de la garantía de los derechos culturales en internet, implica hablar de temas como la moderación de contenidos que impactan la libertad de expresión artística, el uso de inteligencia artificial, la remuneración de artistas en entornos digitales, la detección automatizada de infracciones a los derechos de autor, los retos de la labor que tienen bibliotecas, archivos y museos en internet, entre otros. Estos son los temas que me interesan y que espero compartir en este espacio que nos abrió 070.
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