Por Amalia Toledo
“El miedo de la mujer a la violencia del hombre es el reflejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo” Eduardo Galeano
El Día Internacional de la Mujer es un evento mundial que conmemora los logros de las mujeres en las esferas políticas, sociales, económicas y culturales, al tiempo que hace un llamado a la igualdad de género. Para muchos, la desigualdad entre hombre y mujeres ya se ha superado. Las mujeres ya tenemos el derecho al voto, formamos parte del mercado laboral, ocupamos cargos públicos, lideramos institución de todo tipo, etc. Esos son logros conseguidos, pero lejos estamos de haber alcanzado la igualdad. Veamos.
En 2018, el Foro Económico Mundial (FEM) señaló que la igualdad global de género no se alcanzaría hasta dentro de 108 años. Sin embargo, cuando se miran otros indicadores, la situación puede ser igual o peor: hace falta dos siglos para cerrar la brecha económica de género y uno más para la política. Nótese que estos datos salen de una organización internacional repleta de los llamados “Hombres de Davos”, es decir, hombres ricos y poderosos, que hacen parte de una muy exclusiva y emergente élite global. Lo dice una institución en cuyos cuerpos directivos –Presidencia, Junta Directiva, Consejo Directivo, Comité Ejecutivo– solo hay 23 mujeres frente a 56 hombres.
A nivel nacional podemos decir que, en 2018, Colombia ocupó el puesto 40 –cuatro puestos más abajo que el año anterior– de 149 país evaluados en la clasificación que hace el FEM sobre igualdad de género. Asimismo, coincidiendo con los datos globales mencionados antes, ONU Mujer ha destacado que el empoderamiento económico de las mujeres en el país es lento y desigual. Resulta preocupante que la proporción de mujeres sin ingresos propios haya disminuido del 41% al 27% en una década. También lo es que, a 60 años de que las mujeres adquirieran el derecho al voto, solo el 19,7% sean congresistas.
La brecha de género refleja la distancia existente entre los sexos respecto a las oportunidades de acceso y control de recursos económicos, sociales, culturales y políticos, entre otros. Y es que, en sistemas donde aún prevalece el dominio masculino sobre las mujeres en la sociedad en general, es difícil siquiera pensar en que nuestra generación será testigo del día en que no existan brechas de género.
Los datos sobre la desigualdad ya dicen mucho, pero escuchar o leer testimonios es bastante más desgarrador. Y es que los relatos son prueba incuestionable de las muchas discriminaciones que vivimos las mujeres, de los obstáculos que enfrentamos para disfrutar nuestros derechos. Pese a todo, el auge de los populismos y del fundamentalismo, y la proliferación de los discursos misóginos, sexistas y homófobos pronunciados por personajes poderosos están poniendo entre dicho las conquistas de los movimientos de mujeres. ¡Cómo si no fuese una cuestión de dignidad de la sociedad que la mitad de la población tuviese las mismos derechos y oportunidades de la otra!
En un intento por mostrar el estado de arte, hoy, Día Internacional de la Mujer, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) publica su informe sobre la situación de las periodistas en Las Américas. Es un informe que, desafortunadamente, muestra un panorama gris para la libertad de expresión en la región, en especial para las mujeres, pero también para el conjunto de la sociedad en general.
Los ataques a la libertad de expresión de este grupo profesional son multidireccionales y multidimensionales, pero es innegable que, en todo caso, el hecho de ser mujeres ocupando espacios dominados por hombres es una motivación de peso para embestirlas. Estos ataques cuando se cruzan con otros factores como la raza o la etnia tienen consecuencias aún más indignantes y denigrantes, en el que se folclóriza, erotizan, ridiculiza, ningunean e invisibilizan a las mujeres por el hecho de serlo, pero también por su color de piel o su origen étnico.
Otro grupo de mujeres de alto nivel público que enfrentan obstáculos estructurales y prácticas discriminatorias que las excluyen del debate público y les impiden ejercer su derecho a expresarse son las defensoras de derechos humanos. En enero de este año, la Relatoría Especial de las Naciones Unidas sobre la situación especial de los defensores de derechos humanos publicó un informe sobre la situación de este grupo. En el texto se destaca que las motivaciones para los ataques que reciben las defensoras suelen estar relacionadas con sus cuestionamientos al status quo, a aquel que confina a la mujer al ámbito doméstico y le asigna roles tradicionales como los de cuidado. Ese cuestionamiento a las formas de entender la identidad de las mujeres y su papel en la sociedad provoca la hostilidad de agentes estatales, de la opinión pública, de los medios de comunicación, de sectores conservadores e incluso de sus propias familias.
Ambos informes son prueba del camino que toca recorrer, de cómo las mujeres enfrentamos mayores dificultades para ejercer plenamente nuestros derechos humanos tanto en el mundo analógico como en el digital. De ahí la importancia de la celebración del Día Internacional de las Mujeres, un día para unirnos y reflexionar sobre lo que se ha logrado, lo que ha costado, de las amenazas latentes y de las luchas que aún quedan por alcanzar.