Por: Carolina Botero
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De un momento a otro Meta dió un golpe en la mesa de juego de las redes sociales y salió con Threads. La nueva red social generó un hecho noticioso que todavía no superamos, muchas personas llevamos una semana luchando contra el FOMO (Fear of missing out o en español, miedo a perdernos de algo). Por mi parte sigo con más preguntas que respuestas ¿Es la mejor alternativa para Twitter?
Mientras escribo esta columna Threads ya llegó a más de 100 millones de usuarios, pero ese éxito tiene trampa. La nueva red social nace amarrada de Instagram -que tiene 1.300 millones de usuarios en el mundo-, está diseñada para aprovechar esa base de usuarios, basta un clic para que desde Instagram estés ya en Threads. Entras evitando ser “la chica nueva del barrio” pero el costo es que no puedes desamarrar el nudo. Si un día quiero borrar Threads tendré que borrar Instagram también.
Otro elemento de este éxito es que se vende como la competencia de Twitter, montándose en la ola de desprecio al multimillonario y controversial Elon Musk, propietario actual de esa red social. A estas alturas nadie duda que mientras Musk implosiona la red social que mayor influencia tiene en el debate político mundial, Zuckerberg capitaliza la desbandada.
Que dos grandes egos puedan disputar el foro del debate público digital, central a las democracias modernas, no es cualquier cosa. Materializa el grave riesgo que supone que el espacio público digital de hoy en día sea un espacio provisto por privados y esto no está en el centro de la discusión más mediática.
La mayoría de la voces públicas desde los medios y los influenciadores se han aproximado desde el hartazgo generalizado con Musk para elogiar el salvavidas que lanzó Zuckerberg. Permítanme decirles: ¡Ni Zuckerberg es el mesías ni Musk el anticristo!, dudo que cualquiera de ellos salve al mundo.
Sigamos, Threads es un producto de Meta. Meta es la empresa dueña de dos de las redes sociales más influyentes en el mundo: Facebook e Instagram, y también de la de mensajería privada, Whatsapp. En países como Colombia esto significa controlar los canales digitales de información de casi la totalidad de la población -porque además van gratis en los planes prepago en Colombia-. Meta es mundialmente una mega plataforma.
El control de este ecosistema tiene impactos en la privacidad -toda vez que la empresa tiene acceso a los datos de miles de millones de personas de todo el mundo- y también en la influencia informacional -de nuevo, intermedia la información de estas personas-. El rol de Meta impacta nuestra vida personal y es especialmente sensible en nuestras sociedades durante las elecciones, revueltas sociales o conflictos armados.
La importancia de analizar la gestión en materia de privacidad es central. Meta -con la suma de sus productos- no solo tiene acceso y custodia de datos como nombres o correos, además tiene acceso a las comunicaciones, ubicación, gustos, deseos, inclinaciones sexuales, políticas o religiosas de todas esas personas. Hay demasiados desafíos en recoger tanto dato y más si lo hace una sola empresa.
Ahora, más allá del ámbito individual, en relación con el espacio colectivo debemos analizar la salud del debate público digital en medio de tal concentración.
Además de que todas las redes sociales dicen luchar contra el contenido ilegal, los discursos del odio y la discriminación, las reglas comunitarias de cada una reflejan los valores de sus propietarios y en eso Meta y Twitter han estado en polos opuestos. Tradicionalmente Meta ha hecho compromisos por espacios amables y familiares -evitan la desnudez por ejemplo-, mientras que Twitter ha apostado por la libertad de expresión y el debate abierto -es posible encontrar material más controversial, por ejemplo, tiene menos restricciones para parodia y sátira-. Parte del hartazgo con Musk es que entra queriendo ampliar más esa apuesta pero se siente que realmente la está comprometiendo.
¿Nos resignamos a que el descrédito de Twitter sea el cerramiento de espacios de debate más abiertos? Quienes hoy elogian que ahora sí tendrán un espacio amable se han preguntado: ¿Qué significa para la pluralidad del espacio público que los valores empresariales de Meta definan el contenido que puede circular y la información a la que acceden miles de millones de personas? ¿Qué implica que la apuesta sea por un espacio familiar, si el debate público también debe tener espacio para contenidos de otro tipo?
Cuesta imaginar un ecosistema informacional sin redes sociales: son el espacio público digital por excelencia y por eso es importante analizar y desde una perspectiva crítica aproximarse a ellas. No es deseable la concentración que Meta está provocando y que se aprovecha de que nuestros recursos y atención son limitadas, hay que empezar a mirar más allá. La crisis de Twitter debería servir para que se multipliquen estos espacios forzando un ecosistema diferente donde no tengamos que elegir dónde estaremos y dónde no, debería romperse el paradigma de que cada red es una isla. Una de las peticiones más interesantes en materia de regulación de plataformas es forzar la interoperabilidad.
Es decir, imagínense la infraestructura de las redes sociales más como el correo electrónico que como la mensajería privada. Significa que podamos escoger entre una variedad de proveedores de una red social, que es interoperable con los demás proveedores y no estar amarrados a uno solo. El día que decidamos irnos, nos vamos conservando nuestras conexiones sociales (léase seguidores, seguidos y publicaciones). Ese debería ser el futuro y allí Threads tiene una promesa positiva, dice que usará como base la tecnología de Mastodon. Eso significa que, tal como sucede con los usuarios de esa red en este momento, los de Threads en el futuro podrán cambiar de proveedor sin perder su red social e interactuarán con los usuarios que están en los diferentes servidores de Mastodon. La están diseñando para ser interoperable, pero…
Ya en el pasado, Meta -e incluso Google- adoptaron protocolos federados (como el de Mastodon) y eso no salió bien para la interoperabilidad. Hace tiempos los usuarios de Messenger podían comunicarse con los de Google Talk y con otros servidores que usan un protocolo federado de mensajería instantánea, sin embargo con el tiempo, Facebook y Google se cerraron y dejaron de interactuar con la red a la que originalmente habían adherido, abandonaron su promesa y dejaron a los usuarios a la deriva.
Amanecerá y veremos. ¿Usted qué piensa?, por ahora yo seguiré observando.
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