Por: Carolina Botero
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Para la población rural y sobre todo para la más dispersa y económicamente frágil, la brecha digital no es un desafío que esté próximo a superarse. Más del 80 % de la población colombiana está conectada a internet, pero en su mayoría está en las ciudades. La ruralidad colombiana sigue desconectada y en el campo quienes tienen internet lo tienen sobre todo por señal celular o satelital que no siempre tiene la calidad de conexión para mantener proyectos estables educativos o laborales, ni para relacionarse con el gobierno digital.
Antes de veinte años -y eso sí nos va bien- muchas personas en Colombia no tendrán la conectividad que les permita usar tecnología digital como lo hacemos usted o yo, porque cubrir esa población es muy costoso y no es atractiva para el mercado. La pregunta entonces es si esta es una condena para estas personas y comunidades. ¿Deben ellas simplemente sentarse a ver cómo aumenta su brecha?
Aunque tienen derecho a las mismas oportunidades, sus circunstancias desafiantes no deberían ser un obstáculo para buscar y desarrollar otras oportunidades más allá de la conectividad, alternativas que les permitan al menos evitar que la brecha se amplíe mientras el Estado o los operadores privados llegan con el cable de fibra óptica.
Esta semana Karisma -donde trabajo- junto con el Centro de Internet y Sociedad de la Universidad del Rosario (ISUR), Wikimedia Colombia y Utopía, adelantamos un taller con personas que usan una red local para desafiar ese panorama. La red local les permite crear un ambiente para usar tecnología digital y aprovechar las TIC sin tener acceso -o no contar con el adecuado- a internet. Acá les cuento la historia de la Red Kimera y de la forma como ayuda a cambiar esos escenarios.
El artículo CoKreación colaborativa de REA por profesores y educadores profesores en Colombia (2018) describe los resultados del acompañamiento que Karisma hizo durante un par de años a un grupo de docentes de escuelas públicas del suroccidente colombiano en la creación de Recursos Educativos Abiertos (REA). Mientras hacíamos capacitaciones sobre los licenciamientos abiertos y pedagogías flexibles para el uso de las TIC donde los y las estudiantes tenían un rol activo, vimos cómo estas personas usaban los recursos y dispositivos de sus escuelas con mejores resultados al hacerlo dentro de un proyecto en el aula -mejor que cuando se concentraban solo en capacitaciones-.
Uno de los grupos de esa investigación no tenía una conectividad a internet estable y por tanto la profesora tenía dificultades para avanzar en su proyecto. El socio local de Karisma en la investigación era un grupo de software libre e investigación educativa, ieRed, que luego conformó la Corporación ApropiACYT. Este grupo creó una herramienta que convertía el portátil de la profesora en un servidor desde donde los contenidos y herramientas allí alojados podían ser accedidos por las tabletas de los y las estudiantes -que para entonces había entregado el MINTIC a la escuela y que no se usaban porque no había internet-.
El Laboratorio de Apropiación de Tecnología de Karisma retomó esta herramienta e inició un piloto en las escuelas veredales de Fresno (Tolima) donde la ausencia de conectividad restringía la capacidad de estas comunidades de usar tecnologías digitales en forma colaborativa, con las ventajas que ofrece una red. Así comenzó el desarrollo de la Red Local Kimera que permitió adelantar proyectos pedagógicos de los y las docentes incluso nos dejó trabajar con estas poblaciones que tienen conexiones intermitentes (inexistentes o malas) en proyectos que potenciaban la relación entre jóvenes, territorio y tecnología.
Más adelante durante la pandemia por Covid19, le dio a Kimera protagonismo en las escuelas veredales de Fresno, además la empezaron a usar docentes en otros lugares de la ruralidad colombiana. Con esta red se solucionaba en forma sencilla el problema de distribuir los materiales y recoger las tareas. En Fresno se habilitaron redes en las sedes de las escuelas y en casas de familias en las veredas que sirvieran de punto de encuentro, hasta allí llegaban los y las estudiantes a intercambiar los archivos que alguien recogía y enviaba a los y las docentes vía WhatsApp. El sistema aunque básico fue efectivo y disminuyó costos que de otra forma habría sido difícil de asumir para estas entidades veredales o las familias que atiende. Otros docentes se han ido sumando y la están usando para nuevos retos, desde reforzar matemáticas con tutoriales, como acompañar procesos de inclusión para personas con capacidades paralelas.
Uno de los sitios a los que llegó Kimera en pandemia fue a la Guajira. El territorio Wayuu enfrenta varios desafíos para poder incorporar TIC al proceso educativo, no sólo por conectividad, también por suministro eléctrico y acceso a dispositivos. Sin embargo, hay incentivos más fuertes para desafiar los obstáculos. La población Wayuu es el grupo indígena más numeroso en Colombia que ha conservado su lengua propia, el Wayuunaiki.
Kimera no solo permitió a los y las docentes enfrentar el reto de la pandemia, además les facilita producir y distribuir contenidos en su idioma, un docente la usa para una aula de aprendizaje de la lengua. La red les ayuda a fortalecer su cultura, particularmente en materia educativa y lingüística, colectivamente armaron y están usando Wayuu digital, la versión Wayuu de la red Kimera, que está en más de 20 sedes educativas del territorio.
Paralelamente, Kimera también sirvió para potenciar la Wikipedia Wayuynaiki que en febrero de 2023 fue la primera en lengua indígena americana en salir de la incubadora de Wikipedia para convertirse en idioma oficial. Los y las editoras de esta Wikipedia pueden hacer la edición porque cuentan con esta herramienta, trabajan fuera de línea y eventualmente actualizan y descargan las nuevas versiones.
Más recientemente se inició un proyecto de bioindicadores climáticos con población Zenú. Esta es una iniciativa de ciencia ciudadana que busca recoger y conservar los saberes ancestrales de las y los sabedores Zenú. Nuevas generaciones están recogiendo ese conocimiento, el proceso no solo ha servido para sistematizar y conservar estos saberes, para aumentar capacidades tecnológicas de producción audiovisual, gestión de datos y uso de herramientas tecnológicas de ciencia ciudadana, además ha abierto un canal de diálogo intergeneracional.
Un colectivo de familias productoras de bioagricultura -ubicadas en la cara oriental de los cerros tutoriales bogotanos-, que también conocen en carne propia esos desafíos de conectividad a pesar de estar a 15 kms de Bogotá, de la mano de Utopía debieron pensar en poco tiempo en las herramientas tecnológicas a su alcance para apoyar sus procesos. Desde hace poco están reflexionando sobre cómo usar esta herramienta.
La transformación digital de estas poblaciones pasa por soluciones de este tipo y deberán de dejar de ser excepciones para convertirse en la regla.
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