Por: Carolina Botero
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WhatsApp modificó sus políticas de privacidad y se armó un escándalo que llevó a muchas personas a indagar sobre cómo las herramientas de mensajería instantánea protegen (o no) nuestra privacidad. Aunque no es fácil hacerlo con los productos tecnológicos, la gente quiere leer la etiqueta y entender sus opciones. Sin embargo, como WhatsApp tiene una posición dominante la posibilidad de cambiar es limitada o incluso inexistente para muchas personas.
Pese a que en 2014, cuando compró WhatsApp, Facebook prometió que nunca usaría sus datos, comenzamos el 2021 con la noticia de que los compartirán para contribuir a su modelo de negocio: la explotación de datos personales para perfilar a quienes usan sus servicios y con ello hacer publicidad dirigida.
El cambio parece no afectar la forma como WhatsApp protege el contenido de los mensajes. La empresa mantiene su promesa de cifrar el canal para que ni ella ni nadie más conozca su contenido (el texto, las fotos, los audios y demás archivos que compartimos por su redes).
Sí se refiere a los metadatos. En una carta enviada por correo físico, los metadatos son la información en el sobre. WhatsApp ve el nombre de quien manda el mensaje y a quién lo dirige, la fecha y hora de envío, desde y hacia donde viaja el mensaje, etcétera. Además hay otros metadatos -no vinculados con el mensaje- que se crean porque WhatsApp está en nuestro celular y por tanto puede conocer y recoger su información. Por ejemplo, la frecuencia del uso de la aplicación, el tiempo de uso del celular, los contactos con quienes hay más comunicaciones, los grupos registrados, etcétera. En nuestra analogía el cartero además de ver los datos del sobre puede ver cómo es su casa, cuál es su carro, cuando saca la basura y si esta es mucha o poca, etcétera. No necesita eso para hacer su trabajo, pero lo ve.
Para algunas personas eso no es problemático, incluso agradecen la relación estrecha con el cartero -el servicio que ofrece mejora si puede anticipar cuándo serán nuestras vacaciones o cuando cambia su ruta para entregar esos mensajes que sabe que nos importan e incluso aprovecha para darnos datos del barrio que pueden interesarnos-. A otras personas, en cambio, nos asusta ese nivel de familiaridad y aumenta nuestra desconfianza cuando el cartero dice que, siendo parte de un grupo económico y para mejorar nuestro servicio y experiencia, compartirá con el domiciliario y el farmacista del barrio lo que sabe. Entonces percibimos una exagerada vigilancia que luego puede ser aprovechada por otros actores, como la policía.
WhatsApp anuncia que recogerá y guardará más metadatos y que los compartirá con Facebook y las otras empresas del grupo (como Instagram). Sobre esto, Karisma, donde trabajo, hizo un análisis más profundo y hay varias comparaciones de estas herramientas que sirven para quienes buscan alternativas más respetuosas de la privacidad. Habría que decir que WhatsApp no es la mejor, tampoco la peor, pero la masificación de la herramienta y la creciente conciencia pro privacidad, la tienen dando explicaciones y se anticipa algo de amenaza para su participación en grandes mercados, como India.
En todo caso, al evaluar alternativas además de la privacidad, hay otros factores a considerar tales como el costo del servicio, la cobertura, su usabilidad, o el diseño de la herramienta. Esta evaluación puede terminar sacrificando la privacidad. En Colombia, por ejemplo, para muchas personas no hay una alternativa a WhatsApp, porque no se lo pueden permitir.
A pesar de que en Colombia tenemos la garantía legal de “neutralidad de la red”, que prohíbe a los operadores de redes de internet discriminar los datos por razón de su origen, contenido, aplicación o plataforma, también tenemos una excepción que les permite discriminar económicamente –cobrar o no– por ciertos contenidos o datos según su origen. Es decir, pueden ofrecer gratis los datos de una aplicación o servicio.
Consideren que los planes de internet en Colombia incluyen Whatsapp, por regla general. Esto significa que ofrecerla gratis dejó de ser una ventaja comercial para cualquiera de los operadores, quienes tampoco pueden dejarla de lado por iniciativa propia, pues las personas la requieren y cambiarían de operador si se las retiran.
Esto sucede porque uno de los factores que afectan la conectividad en Colombia es la capacidad de pago de buena parte de la población. Para quienes acceden a internet por celular (la mayoría de las personas) el consumo gratis es un gran incentivo que hace que internet sea prácticamente esas aplicaciones que reciben gratis. Esto es especialmente cierto para segmentos de la población con menos recursos, quienes suelen conectarse con planes prepago. Además en las estadísticas, los contratos prepago son la forma como se conecta la mayor parte de quienes usan celular. En consecuencia, poder elegir una alternativa a WhatsApp es realmente un privilegio.
En Colombia, tanto operadores como sus clientes están atrapados en WhatsApp pues alternativas como Telegram, Signal o Wire suponen un costo que no tienen que soportar con las aplicaciones de WhatsApp y Facebook.
En su momento la discusión mundial sobre si ofrecer planes “gratis” para determinados servicios era o no una violación a la neutralidad de la red tuvo lugar alrededor del mundo. Mientras países como India lo prohibieron, Colombia creó la excepción. Así hoy tenemos una distorsión en el mercado, porque esa posibilidad sí afecta lo que es internet para la gente, se convirtió en la herramienta para muchas personas en determinados fines -piense en muchos negocios hoy-, y afecta la competencia para las posibles alternativas.
Esto lo anticipamos en un informe de 2017 “Neutralidad de la red y ofertas comerciales en Colombia. Análisis de la regulación”. En la agenda regulatoria para 2021 la Comisión de Regulación de Comunicaciones va a revisar el tema de neutralidad. Aunque puede ser tarde para pensar en que desaparezca esta práctica, sí deben trabajar con las empresas operadoras para buscar formas de mejorar la competitividad y proteger la neutralidad efectivamente.
Nota. En Turquía la autoridad de competencia abrió una investigación por el cambio de políticas de WhatsApp que vale la pena seguir.