“Sospechosos everywhere”
El reconocimiento facial automatizado dice qué tan probable es que una imagen de un rostro se parezca a otra previamente registrada en una base de datos, lo que permite hacer inferencias sobre la identidad de la persona.
Lo hemos visto en incontables series de detectives e investigadores forenses: una persona pasa frente a una cámara en una estación de metro y, lejos, en un cuartito lleno de pantallas conectadas a las cámaras de video, una alarma se enciende. En la imagen se ve un rostro enmarcado por un recuadro verde y junto a él un texto que dice “coincidencia encontrada”. El sistema de videovigilancia parece haber encontrado a un criminal. ¿Pero qué tan real es este escenario? ¿Puede la tecnología actual realmente reconocer e identificar rostros? ¿Qué tiene que ver esto con mis derechos?
Las tecnologías de reconocimiento e identificación facial son softwares capaces de comparar dos imágenes de rostros y decir, en términos probabilísticos, si se trata de la misma persona. Aunque el reconocimiento facial se utiliza en cada vez más contextos en que la identidad de una persona debe ser confirmada (al desbloquear el teléfono, al entrar a un edificio, al cruzar una frontera) quizá su uso más mediático y llamativo es el que tiene que ver con identificar a personas sospechosas o potenciales criminales a través de sistemas de vigilancia masiva. Con frecuencia el tema también sale a flote durante las campañas electorales como una promesa para combatir el crimen.
Comencemos por el principio, ¿cómo funcionan los sistemas de reconocimiento facial y quién los usa en Colombia?
Los softwares de reconocimiento facial abstraen la información geométrica de un rostro –la distancia entre los ojos, el tamaño de la boca, los ángulos de la nariz– para crear una plantilla de cada cara. Esta plantilla no es una imagen, es una abstracción matemática. Esto permite comparar dos imágenes de rostros para calcular la probabilidad de que sean dos imágenes de la misma cara o imágenes de dos caras distintas.
El proceso siempre es una comparación y por eso siempre se necesita una base de datos (de plantillas de rostros en este caso) contra la cual hacer la comparación. En Colombia, la Registraduría Nacional del Estado Civil (RNEC) está construyéndola y atando los datos de nuestro rostro a nuestra identidad. La RNEC guarda nuestros datos biométricos cuando sacamos la tarjeta de identidad o la cédula. Luego, dispone esta base de datos para que entidades como la Policía o la Fiscalía puedan hacer reconocimiento facial.
De hecho, la primera vez que trataron de implementar el sistema en Transmilenio, por allá en el 2015, el principal problema con el que se enfrentaron, además de la pobre calidad de las imágenes captadas por las cámaras, era que no existía una base de datos adecuada para buscar coincidencias. Esa ha sido una de las motivaciones de la RNEC, entre muchas otras, para captar datos biométricos más completos al emitir la cédula de cada persona.
¿Todas las cámaras pueden hacer reconocimiento facial o solo algunas?
El reconocimiento facial es un proceso que depende principalmente del software. Es decir que lo que se necesita para conseguirlo no es una cámara especial, sino un programa que analice imágenes, vengan de donde vengan. En ese sentido, cualquier cámara, siempre y cuando esté conectada con un computador que pueda procesar las imágenes: detectar las caras (distinguir qué cosas dentro de la imagen son caras y cuáles no) y luego comparar las caras que detecta con las de la base de datos para identificarlas. Es este último paso el que permite responder a la pregunta ¿quién es la persona del video?
Lo que sí es muy importante, es que la calidad de las imágenes de video sea suficientemente buena para poder hacer comparaciones confiables. Si la imagen de la persona que el sistema busca identificar proviene de una cámara con mala resolución o es muy borrosa, está ladeada, no tiene buena iluminación o está cubierta por una gorra o un tapabocas, será extremadamente difícil que el resultado que arroje el software sea confiable.
¿Con cualquier foto me pueden identificar?
Pues, más o menos. La identificación de una persona es más una decisión de la autoridad que usa el software que un resultado objetivo de la tecnología de reconocimiento facial.
Entre mejor calidad y más información tengan las fotos que están siendo comparadas, más fácil será que el resultado sea confiable. Muchas veces los datos biométricos del rostro se recogen con cámaras infrarrojas que permiten “ver” profundidad y así hacer un modelo mucho más exacto de los rostros. Así funciona, por ejemplo, la tecnología que usan muchos modelos de teléfono celular, como los iPhones. Sin embargo, con los avances tecnológicos, cada vez es más fácil utilizar fotos convencionales, cuando estas son de buena calidad, para procesos de identificación facial. Dependiendo de la oficina de la Registraduría y el año en que te emitieron el documento, es posible que, además de la foto convencional, la RNEC tenga información biométrica de tu rostro captada con cámaras infrarrojas.
También es importante decir que para que la Policía acceda a las imágenes de las cámaras estas deben estar en el espacio público. Cuando se trata de circuitos privados de vigilancia, es necesario que medie la orden de un juez.
Y entonces ¿esta es la solución definitiva a la impunidad? ¿Qué nos preocupa en Fundación Karisma?
Pues… No. No es una solución definitiva contra la impunidad.
Desde Karisma tenemos muchas reservas con estos sistemas. La principal de ellas es que nos trata a todas las personas como sospechosas, pues usa los datos que tenemos que entregar al Estado por obligación –como la foto de nuestra cédula– para ponernos en una especie de línea permanente de personas sospechosas en la que en cualquier momento podemos ser señalados y señaladas como criminales sin que lo sepamos y sin que lo seamos.
Además, no existe un marco legal adecuado y suficiente que permita que autoridades como la RNEC o la Policía usen los datos biométricos del rostro.
Sumado a esto, como lo normal es que salgamos a la calle con el rostro descubierto, es muy fácil que estos sistemas nos identifiquen sin nuestro consentimiento y sin que siquiera lo sepamos. Es muy distinto que un Policía te pida la cédula en la calle, y tú sepas que te están identificando, a que lo hagan a través de un video que te tomaron sin que siquiera te enteres. Esto tiene importantes consecuencias, por ejemplo en los contextos de protesta…
¿Qué proponemos en Fundación Karisma?
Repite conmigo: La tecnología no es perfecta
¡El reconocimiento facial falla, y mucho! Hay casos de falsos positivos en que la persona equivocada es “fichada” y tiene que entrar en un largo y dispendioso proceso para probar su inocencia, sólo porque la tecnología cometió un error. Y, por el contrario, para evitar ser identificados e identificadas, a las personas que incurren en conductas criminales les basta con usar tapabocas y gorra: así es casi imposible que el reconocimiento facial funcione. Por otra parte, por la manera en que están entrenados estos sistemas, tienden a fallar más con mujeres y personas racializadas, lo que hace más probable que estas personas acaben equivocadamente vinculadas a investigaciones criminales, por eso las minorías tienden a ser las más afectadas por estos sistemas.
Finalmente el reconocimiento facial se enfoca sólo en castigar a los criminales y no contribuye a prevenir estas conductas, lo que implica que no atacan el problema de raíz. Y aunque no es un mecanismo preventivo, sí crea un efecto inhibitorio: saber que la Policía nos vigila permanentemente y nos puede identificar en cualquier momento en que estemos en el espacio público hace que modifiquemos nuestras conductas, regulando nuestros comportamientos por medio del miedo. ¿Es ese el mundo en el que queremos vivir?
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