Por Amalia Toledo
Las actuales normas en materia de violencia contra la mujer en Colombia aún no cuentan con estrategias de abordaje y control en entornos digitales definidas por el Estado. Y esto supone un reto importante, porque las TIC, en especial internet, se están configurando en un nuevo campo de tensión para las mujeres.
Si bien es cierto que la violencia digital contra la mujer en entornos digitales replica las dinámicas y repertorios de violencias del mundo fuera de línea, la realidad es que sus impactos pueden ser más graves dada la naturaleza misma de internet: los contenidos violentos son fácil y ampliamente difundidos y compartidos entre muchas personas, además de permanecer accesibles durante mucho más tiempo después del incidente inicial.
La persistencia de las desigualdades por razones de género y el grave problema de la violencia contra la mujer, no han podido ser subsanadas con la batería jurídico-legal con la que cuenta Colombia. Y si se intenta indagar sobre la violencia digital contra la mujer, aquella que se comete en entornos digitales, nos encontramos con una vacío significativo cuando de estadísticas se trata. Sin datos, sin conocimiento y caracterización del problema, no cabe duda que cualquier política, norma, estrategia y/o acción por parte del Estado será más bien una acción para dar palos en el aire.
Algunas de las manifestaciones de la violencia digital son, por ejemplo, el ciberacoso exhibido a través la difusión de rumores, la publicación de mensajes denigrantes, entre otros; la divulgación sin consentimiento de fotos con contenido íntimo sexual; la revelación de información personal como ubicación, contactos, etc. (doxxing); la sextorsión o chantaje con una imagen de contenido sexual de la víctima; amenazas de violencia física o de muerte, etc. Y su objetivo no es otro que afectar el buen nombre, credibilidad y reputación de la mujer, desestabilizarla y crear miedo, dominio, control, vigilancia o censura, etc.
También se puede decir que las causas que generan la violencia digital contra la mujer están relacionadas con sanciones a conductas que cuestionan o se apartan de los “tradicionales” roles de género que se esperan de una mujer (ej. confinada al espacio doméstico y privado, de conducta pudorosa, dócil, etc.).
Y, en ese sentido, hay grupos de mujeres más vulnerables que otras: políticas, defensoras o activistas de derechos humanos, de derechos sexuales y reproductivos o por el reconocimiento político y legal de la diversidad sexual y de género, periodistas, mujeres pertenecientes a grupos históricamente discriminados (ej. indígenas, afrodescendientes) etc. Con ello, no desconocemos que cualquier mujer, incluso aquellas que no se sienten identificadas con ninguno de estos grupos, puede ser víctima de violencia digital por el simple hecho de ser mujer. Esta violencia está mediada también por otros factores interseccionales (ej. etnia, clase social, orientación sexual, origen social, etc.).
Combatir la violencia digital, no revictimizar
Este año, con el propósito de aportar al llamado realizado por la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, la Sra. Dubravka Šimonović, Fundación Karisma ahondó en el fenómeno que plantea la violencia digital contra la mujeres en Colombia, sus causas y sus consecuencias. En nuestro informe destacamos el vacío de datos y legislación para atender esta problemática. También realizamos un repaso sobre nuestros trabajo en este tema, algunas equivocadas aproximaciones de programas gubernamentales que, tristemente, revictimizan a las mujeres e iniciativas legislativas que tienen un gran potencial de servir como arma para censurar contenidos feministas, sobre los derechos de las mujeres o la diversidad sexual y de género, entre otros.
Asimismo, presentamos las siguientes recomendaciones generales para combatir efectivamente la violencia contra las mujeres en entornos digitales:
- Es necesario un diagnóstico y análisis de las violencias digitales contra la mujer. Si los Estados empiezan a documentar esta información, al contar con registros de estos incidentes y llevar a cabo un análisis sobre los datos, será posible desarrollar acciones (ej. políticas y leyes de prevención y educación, etc.) más efectivas para atender este problema. Esto también permitiría hacer un examen más eficaz del impacto de esas posibles acciones a derechos fundamentales como la libertad de expresión, la intimidad o la libre asociación. El análisis debería, además, considerar aproximaciones diferenciales por edad, etnia y otras.
- Programas de sensibilización y educación con enfoques de género y diferenciales. Esto es ineludible para que la sociedad aprenda acerca del uso responsable y seguro de internet, y para que entienda las tecnologías que utilizan y las dinámicas que se generan en el entorno digital. Además, sería una nueva oportunidad para sensibilizar y promover la igualdad de género.
- Formación de las autoridades competentes para la atención de estos casos y desarrollo de protocolos de acción. Miembros de la policía, la fiscalía, los tribunales y el sector salud deberían estar capacitados en enfoque de género, en cómo funciona la tecnología y en la temática en general para que estén en mejor posición de actuar frente a un caso de violencia digital contra de la mujer sin caer en la revictimización.
- Fomento del diálogo entre el sector público, el sector privado —en especial, los intermediarios de internet—, la sociedad civil, la academia y la comunidad técnica. Este diálogo es importante para el intercambio de experiencias y preocupaciones que puedan informar el desarrollo de posibles soluciones o alianzas contra la violencia digital contra las mujeres.
Por último, también participamos en la elaboración de un informe que presenta una contribución conjunta de un conjunto de organizaciones latinoamericanas: Derechos Digitales (Chile), Asociación por los Derechos Civiles (Argentina), Hiperderecho (Perú), InternetLab (Brasil), Coding Rights (Brasil), Tedic (Paraguay), Ipandetec (Panamá) y la Red en Defensa de los Derechos Digitales (México).
Esperamos que con ambos informes podamos aportar desde un visión colombiana y latinoamericana a este debate y a la formulación de políticas públicas y herramientas que encuentren soluciones a este problema.
Descarga y consulta: Misogyny on the internet, y Estado del arte sobre la violencia en línea contra las mujeres en Colombia y la ausencia de estrategias para combatirla en español e inglés.