Por: Pilar Sáenz/ Coordinadora de proyectos Karisma
El revuelo por el cambio de las políticas de privacidad de WhatsApp está justificado. Aunque, hay que reconocer que este anuncio hace explícito algo que se esperaba desde hace tiempo: la respuesta a la pregunta sobre cómo se integra WhatsApp en el negocio de Facebook, la compañía que lo compró hace años.
Dado que las ganancias de Facebook vienen de los servicios que presta por publicidad, la respuesta no podía ser otra que el uso de información personal que puede recoger WhatsApp y que servirá para fortalecer el modelo de negocio de la empresa dueña: perfilar más y mejor a sus usuarios y usuarias para ofrecer los algoritmos que usan en la publicidad dirigida. Pero este cambio también tiene otras consecuencias en particular para las personas usuarias que tienen pocas o ninguna alternativa al uso de los servicios de Facebook en países como Colombia, pero que puede ser el caso de casi cualquier país en América Latina.
Esta entrada tiene como finalidad ofrecer un análisis de lo que significa el cambio de políticas de privacidad en WhatsApp que tendrá lugar el 14 de febrero de 2021.
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¿Cuáles son los datos de WhatsApp que va a usar Facebook?
Sí, podemos negarnos a usar WhatsApp, sin embargo, para algunas personas no hay alternativa posible
¿Cuáles son los datos de WhatsApp que va a usar Facebook?
Cuando pensamos en las herramientas de mensajería instantánea hay tres tipos de información involucrados en la comunicación. El primero son los datos de perfil, necesarios y opcionales para crear la cuenta, en el caso de WhatsApp son: nombre, teléfono, foto de perfil (opcional) e información del perfil (opcional). El segundo es el contenido de los mensajes que estamos enviando. Esta información es lo que queremos comunicarle a las otras personas y puede abarcar un sinnúmero de objetos, en el caso de WhatsApp incluye el texto de los mensajes pero también fotos, videos, enlaces, nuestra localización cuando la compartimos por la aplicación, audios, información de contactos, documentos. Todo lo que enviamos, o recibimos de nuestros contactos.
El tercer tipo de información es lo que no vemos pero que es necesaria para garantizar que el mensaje viaje por internet y para llegar a quien está destinado. Esa información está compuesta por metadatos. Si pensáramos en la analogía de una carta enviada por correo físico, los metadatos serían los datos en el sobre.
En el caso de WhatsApp, los metadatos incluyen la identificación del usuario que genera el mensaje y la identificación del usuario al que está dirigido, la fecha y hora de envío, el dispositivo desde el que se genera el mensaje, la versión del programa que usa, la dirección IP y la localización desde donde se envía el mensaje, entre otros. También hay otros metadatos que no tienen que ver con la comunicación pero que se crean cuando usamos una herramienta como WhatsApp, que pueden ser recopilados y analizados contribuyendo con una gran cantidad de información sobre la persona que usa la aplicación. Por ejemplo, la frecuencia con la que alguien usa la aplicación, el tiempo que dura conectado, con qué usuarios mantiene comunicación frecuente, los grupos en los que participa, el dispositivo que usa, etcétera.
En el caso de WhatsApp, los metadatos incluyen la identificación de la personas usuaria que genera el mensaje y la identificación de aquella a quien está dirigido, la fecha y hora de envío, el dispositivo desde el que se genera el mensaje, la versión del programa que usa, la dirección IP y la localización desde donde se envía el mensaje, entre otros. También hay otros metadatos que no tienen que ver con la comunicación pero que se crean cuando usamos una herramienta como WhatsApp, que pueden ser recopilados y analizados contribuyendo con una gran cantidad de información sobre la persona que usa la aplicación. Por ejemplo, la frecuencia con la que alguien usa la aplicación, el tiempo que dura conectado, con quiénes mantiene comunicación frecuente, los grupos en los que participa, el dispositivo que usa, etcétera.
En el caso de WhatsApp el segundo tipo de información está protegida y el anuncio no se refiere a ella. Los mensajes en tránsito son privados. El cifrado de extremo a extremo impide que WhatsApp, Facebook o cualquier otra persona diferente a quien envía y quien recibe el mensaje pueda leer ese contenido mientras está viajando por internet. El anuncio sobre los cambios en la política de privacidad se refiere y enfoca en los datos de perfil y los metadatos. Los metadatos no son privados. Facebook y otras empresas que usan los servicios de Facebook ahora accederán a los metadatos de quienes usan WhatsApp para ofrecer servicios comerciales.
La información que podría ser compartida entre WhatsApp y otras empresas de Facebook incluye información de registro de nuestra cuenta incluido el número de teléfono, datos de las transacciones que ahora se pueden hacer por WhatsApp en algunos países, información relacionada con el servicio, información sobre cómo interactuamos con otras empresas a través de WhatsApp, información del móvil y la dirección IP.
La familia de Facebook
Este cambio en las políticas de privacidad de WhatsApp se esperaba desde hace tiempo. Cuando en 2014 Facebook adquirió WhatsApp una de las preguntas que quedó en el aire fue cómo se integraría con la familia de Facebook y cómo Facebook usaría los datos de los miles de millones de usuarios de la aplicación para su verdadero negocio, la venta de publicidad dirigida.
En 2014 Whatsapp prometió que no compartiría los datos personales de sus usuarios y usuarias con Facebook, pero tan solo 2 años después, en 2016, un importante cambio en los términos y condiciones de la aplicación de mensajería abrió la puerta. En ese momento WhatsApp le notificó a las cerca de mil millones de personas que la usaban sobre los cambios de condiciones y les daba una opción: podían elegir si compartían datos con Facebook o no durante el siguiente mes. Esa opción luego desapareció de la configuración de WhatsApp. Desde ese momento las personas que ingresaron a WhatsApp no tuvieron la opción, desde que entraban a la aplicación esta compartiría algunos datos con Facebook.
En 2017, la Comisión Europea había infligido a Facebook una multa record de 110 millones de euros por dar información “incorrecta o engañosa” sobre WhatsApp en particular sobre la imposibilidad de asociar las cuentas de la aplicación con las de Facebook.
Con el nuevo cambio en las condiciones, la promesa que Facebook y WhatsApp hicieron en 2013 irremediablemente se ha roto. A partir de 2021 los dos mil millones de personas que usan WhatsApp deben aceptar compartir datos con Facebook y otras empresas del grupo para seguir usando la aplicación. Si no se acepta esta condición no se podrá seguir usando sus servicios, deberán desactivar la cuenta, no bastará con desinstalar la aplicación. No hay opciones.
Los únicos que se salvan de esta imposición son las personas cuyas cuentas están cobijadas por la norma de protección de datos de la Unión Europea, para quienes la nueva política de WhatsApp sería incompatible con la ley. Para ellas Facebook y WhatsApp crearon sendas empresas aparte, Facebook Ireland Limited y WhatsApp Ireland Limited con políticas de privacidad y términos y condiciones diferentes a las del resto del mundo.
Con el cambio en las políticas de privacidad de WhatsApp ésta recibirá metadatos de las empresas de Facebook y compartirá los suyos con ellas para ofrecer integraciones, es decir conectar la publicidad que ofrecen y la experiencia con otros productos de la familia de Facebook como Instagram.
De las promesas hechas en 2014 solo una queda en pie, aunque parece estar tambaleando. En la nueva política WhatsApp nos dicen que por ahora no habrá publicidad. Ese “por ahora no” pareciera significar “pronto tendremos”, al final, si ya rompieron sus otras promesas, no hay mucha confianza en que ésta se mantendrá.
La vida más allá de WhatsApp
De las varias aplicaciones que ofrecen servicios semejantes a los de WhatsApp hay dos que han crecido de forma importante tras el anuncio del cambio de políticas, Telegram y Signal. En ambas herramientas, la cantidad de metadatos que recogen estas aplicaciones es menor comparado con WhatsApp y el uso que hacen de ellos favorece la privacidad y seguridad de las personas que usan sus servicios.
Tabla con información sobre privacidad y seguridad en Apps de mensajería, elaborada por SocialTIC.org y protege.la, disponible en https://protege.la/seguridad-y-privacidad-en-apps-de-mensajeria/En general, en materia de privacidad, se debería preferir aquellas herramientas que guardan y conservan la menor cantidad de metadatos, y que los comparten con una menor cantidad de entidades. Pero ese no es el único factor de comparación.
A la hora de pensar alternativas también estaría bien considerar otros aspectos como la jurisdicción que aplican -lo que limita que gobiernos pueden pedir información y con qué fines-, la forma como se cifran los mensajes -que facilita que la empresa pueda acceder o no al contenido de estos- , si ofrecen o no informes de transparencia sobre la manera como comparten con las autoridades los metadatos que recogen y guardan, etcétera. Una comparación muy completa se puede encontrar en https://www.securemessagingapps.com/.
De otra parte, valdría la pena decir que si ya usamos aplicaciones de la familia de Facebook en nuestros celulares (tanto Facebook como Instagram o Messenger, por ejemplo) estas aplicaciones ya enviaban parte de los datos a los que tiene acceso WhatsApp a Facebook. Con las aplicaciones instaladas en los celulares, no solo se obtiene información de su uso sino también información del uso del celular. Datos como la aplicaciones que se tienen instaladas, el uso de WiFi, el modelo de equipo y su versión de sistema operativo, los listados de contactos entran a sumar en los metadatos que se recopilan.
Obviamente, para una persona que no use otras aplicaciones de Facebook en su celular el cambio en la política de privacidad de WhatsApp sí implica la obtención de esta jugosa cantidad de metadatos que entra de forma directa a alimentar el modelo de negocio de la venta de perfiles para publicidad dirigida. Como WhatsApp está amarrada al celular (si o si) este cambio le da la oportunidad a Facebook de acceder a información que de otra forma no podía acceder porque la persona no usaba Facebook en el celular.
Sí, podemos negarnos a usar WhatsApp, sin embargo, para algunas personas no hay alternativa posible
Finalmente, si nos enfocamos en los cambios en las políticas de privacidad que tendrán lugar en WhatsApp a partir de febrero, no solo vale la pena pensar en abandonar WhatsApp porque no es la mejor en términos de privacidad, sino que parece razonable también hacerlo porque no queremos aumentar la posición dominante de estas empresas en nuestros mercados que ahora se aprovecha de nuestros datos personales, información que recogen y controlan. Pero, esta decisión puede chocar de frente con una realidad más compleja en países con malas conectividades pues depende de lo que usted haga, de sus círculos de relaciones. Es una decisión que puede ser difícil de poner en práctica.
Veamos dos casos problemáticos:
- En América Latina, WhatsApp domina el mercado y ha llegado a hacerlo entre otras razones porque es ofrecido en los planes de los operadores sin que su consumo afecte los datos del plan.
Esto se conoce como “zero rating” y significa que usar WhatsApp es gratis si pago por un plan de internet, porque el consumo de datos de WhatsApp no afecta el consumo de los datos del plan. El problema es que en muchos de nuestros países la conexión celular es la que llega a la mayor cantidad de personas, y en estratos bajos lo hacen con planes de navegación limitados en datos.
Esto significa que para una buena parte de la población de nuestros países sus comunicaciones las sostienen a través de WhatsApp por un tema económico y lo terminan usando para todo. Si eres una persona activista que trabaja con organizaciones de base o personas de escasos recursos, si tienes un negocio y necesitas que la gente te contacte, si usas WhatsApp para contactar a tus clientes, etcétera, las alternativas en el mercado no te sirven porque no compiten en igualdad de condiciones. Ni Telegram ni Signal tienen la base de personas usuarias que justifique el cambio. Al final, decidir no usar WhatsApp es un privilegio de quienes podemos pagar un buen plan de conectividad o de quienes también preferimos hacerlo con el convencimiento de que en definitiva, nuestros datos privados, así como nuestros derechos a la intimidad y a la privacidad valen más que la supuesta gratuidad con la que nos seducen.
2. Más allá del tema de los metadatos, las elecciones de privacidad vinculadas con la infraestructura pueden suponer un dolor de cabeza en el uso cotidiano.
Precisamente porque WhatsApp pertenece a la familia de Facebook tiene una infraestructura más robusta, incluso para algunos de sus servicios puede tener servidores más cerca de donde estamos, lo que disminuye el tiempo de carga de algunos contenidos y facilita la rapidez de las comunicaciones. Además, esta empresa tiene recursos para invertir no solo en el desarrollo de funcionalidades sino en su usabilidad, le interesa garantizar la “experiencia” de las personas para que usen sus aplicaciones y permanezcan más tiempo conectadas e invierte en eso. Algunas de sus decisiones son para que el uso de la herramienta sea más ágil y eso se nota mucho en la experiencia de las personas sobre todo en países que tenemos mala infraestructura (como sucede en América Latina).
Otras herramientas más pequeñas no tienen la misma capacidad y con frecuencia toman decisiones por temas de privacidad incluso si supone sacrificar la experiencia en el uso (precisamente porque su base de personas usuarias privilegia la privacidad). Por eso, en herramientas más sensibles con la privacidad, a veces hay retrasos en las comunicaciones y esto es algo que resienten quienes están acostumbrados a una “experiencia de uso” más fluida, algo que no es menor para una herramienta de mensajería instantánea. Para algunas personas la decisión es sobrellevar los retrasos, porque valoran la privacidad, pero no siempre es posible si realmente se tiene afán.
Para quienes vivimos en grandes ciudades quizá esto sea algo que impacte menos, pero para quienes viven en la ruralidad o deben comunicarse con quienes están en sitios más alejados, esto de nuevo es un tema y un privilegio pues es allí donde los retrasos se notan más.
Conclusiones
En primer lugar, no se puede delegar en la herramienta la privacidad total de nuestras comunicaciones pues hay muchos detalles que debemos considerar y siempre habrá pros y contras. Segundo, es necesario definir qué queremos de ellas, qué estamos dispuestos a ceder y qué no para elegir la que mejor se ajuste a nuestras necesidades. Finalmente, siempre habrá una dimensión del uso de la herramienta en la práctica, para algunos será posible dejar de usarla, para otros dado que la herramienta tiene una posición dominante en el mercado y algunas ventajas, no será posible dejar de usarla, al menos no con todos sus círculos de relaciones. Algunos optarán por una solución pragmática, reservar las interacciones y comunicaciones más delicadas (de su trabajo o sobre temas sensibles) para otras aplicaciones más respetuosas de la privacidad y la confidencialidad y usarán WhatsApp para lo demás. Hay quienes ya lo hacemos así.
En todo caso, hay que reconocer que este debate ha permitido abrir la discusión sobre las herramientas, ha hecho que muchas personas se tomen el tiempo de pensar en las características técnicas y cómo impactan nuestros derechos, han permitido a otras explorar, aprender las diferencias y entender que como personas usuarias podemos moldear la tecnología. De otro lado, obliga a dimensionar los efectos negativos de la permisividad a los planes “zero rating”, este evento nos muestra que distorsionan el mercado al punto que hay personas que ya no tienen libertad para elegir entre las herramientas. Pero sobretodo, este caso de WhatsApp cuestiona el modelo económico del comercio de datos personales que entre otras cosas alimenta los algoritmos de la publicidad dirigida.
En la práctica, seguir usando WhatsApp como si nada, no usarla y cambiarla por otra, o usarla solo para algunas comunicaciones, termina siendo una decisión de consumo de una herramienta, con sus pro y sus contra. Una forma de entender esto es pensar en el problema del azúcar: ya sabemos que los alimentos procesados tienen mucha azúcar y químicos, sabemos que el consumo de estos productos no solo puede afectar nuestra salud, también es un tema de salud pública, ¿cómo actuamos frente a eso?
Cuando se discute públicamente se aumenta la conciencia sobre la forma en cómo afecta el consumo excesivo de azúcar a la gente -no de un día para otro, no en la misma forma para todas las personas- y cómo esto también es un problema de política pública que debería obligar a tomar decisiones para modelar un ecosistema más saludable. Desde el consumo individual, significa que cada vez hay más personas informándose y tomando la decisión de cambiar sus hábitos alimenticios, buscando alternativas. Algunas personas pueden dejar de lado el consumo de esos productos del todo, otras no, hay quienes solo las consumirán en ocasiones especiales y quienes dirán “igual de algo me voy a morir”, mientras otras las defenderán. Lo más importante en todo caso es que el debate se abre, se piden claridades en la etiqueta -que cada vez más personas leen- y más y más personas toman decisiones de consumo que incluyen buscar alternativas. Paralelamente los activistas están buscando cambios en el ecosistema.
Les quedamos debiendo consejos de seguridad digital para herramientas de mensajería instantánea, ¡lo haremos pronto!
Actualización. Justo cuando vamos a publicar esta entrada se anuncia que WhatsApp retrasa la implementación de estas políticas, debido a la desbandada de las personas que salen de la aplicación. No se debe subestimar la decisión de consumo de las personas y el hecho de que la privacidad se ha convertido en un criterio de ese consumo. Tampoco se puede cantar victoria, se trata de retrasar, no de dejar de hacerlo.
3 comentarios
Carolina, todo muy bien. Gracias por el resumen de las opciones en el tema de WhatsApp pero por el amor de dios deje de decir “usuarios y usuarias”.
Excelente artículo, explica claramente la situación e ilustra los pros y cons. Felicitaciones
¡Muchas gracias Mónica! Esperamos que te sea de utilidad.