La violencia de género existe tanto en espacios digitales como fuera de ellos. Las razones porque las mujeres son sujetos de agresiones en línea son muy variadas y responden a factores socioeconómicos e históricos que se relacionan con las brechas de acceso pleno y apropiación diferenciada de las tecnologías.
Por Nathaly Espitia Díaz
Las TIC -Tecnologías de la Comunicación y la Información- pueden usarse de diferentes maneras, incluso para ampliar o limitar libertades y derechos. Internet es el espacio en donde cada día más las personas ejercen sus derechos e interactúan de manera rápida y fácil con otras. Pero también se ha convertido en un nuevo escenario en donde se materializan múltiples violencias a través de distintos mecanismos y estrategia en contra de las mujeres como el ciberacoso, fraude, extorsión, intimidación, la publicación de imágenes íntimas, y control en línea entre otras.
El último informe #WomensRightsOnline de la Web Foundation, en asociación con diferentes organizaciones alrededor del mundo, entre ellas Fundación Karisma, revela los hallazgos de un estudio realizado con cerca de 7500 mujeres y 2500 hombres en áreas urbanas, de bajos recursos a lo largo del mundo en desarrollo. Entre sus hallazgos muestra que las mujeres son 50% menos propensas a acceder a la Web que los hombres en los países que hicieron parte de la investigación.
Del informe cabe resaltar que solo una pequeña minoría de mujeres usuarias de Internet encuestadas están aprovechando la tecnología como herramienta de empoderamiento. Esto significa que una minoría de ellas busca información u oportunidades económicas en línea, expresando opiniones sobre temas relevantes o indaga sobre sus derechos sociales y políticos en internet.
Según diferentes variables del informe #WomensRightsOnline las mujeres son 52% menos propensas que los hombres a expresar puntos de vista controvertidos en línea. Cuando una mujer es activa en la red – periodistas, bloggeras, comunicadoras, activistas, defensoras de derechos humanos- y recibe ataques, estos se caracterizan por utilizar estereotipos sexistas, agresiones sexuales, descalificación y amenazas hacia la familia y las relaciones personales, y comentarios negativos sobre la apariencia física. En consecuencia, muchas de ellas optan por la autocensura o se retiran de las redes, y dejan de participar activamente en la vida política, social y económica. Intentando así reducir los efectos psíquicoemocionales que supone recibir constantemente estas agresiones. La falta de información sobre los problemas de seguridad e intimidad profundizan la gravedad de este fenómeno.
El estudio de la Web Foundation, que también examinó la prevalencia del acoso y el abuso mediante las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), señala que las personas jóvenes son más propensas a sufrir acoso en línea, más de seis de cada 10 mujeres y hombres de edades entre los 18 y 24 años dicen haber sufrido abuso en línea.. A pesar de la creciente problemática son escasas o inexistentes las legislaciones y en casos de que exista no es correctamente aplicada por funcionarios judiciales o de las fuerzas de seguridad en diferentes países.
Otro informe sobre el tema títulado “Voces desde espacios digitales: violencia contra las mujeres relacionada con la tecnología” elaborado por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) desglosa algunas de las formas más frecuentes de VCM relacionadas con la tecnología :
- Hostigamiento en línea y ciberacoso, una de las formas más visibles de VCM.
- Violencia de pareja íntima, cuando la tecnología se usa en actos de violencia y abuso en relaciones íntimas o conyugales.
- Agresión sexual y violación, donde la tecnología se usa para seguir los movimientos y actividades de las mujeres y para saber dónde están. También cuando la violencia continúa mediante la grabación digital y distribución de la violación. En otros casos, se han utilizado avisos o mensajes falsos en internet para atraer a las mujeres hacia situaciones en las que sufren agresiones sexuales.
- VCM culturalmente justificada, cuando la tecnología cumple una función en la creación de una cultura de VCM o perpetúa el uso de la cultura o la religión para justificar, ignorar o aceptar actos de VCM.
- Violencia dirigida a comunidades, donde determinadas comunidades sufren ataques y acosos en línea dirigidos a ellas por su identidad sexual o de género o por su posición política.
El Caso Colombiano
En Colombia las estadísticas oficiales indican que la telefonía móvil en el país ha experimentado un crecimiento imparable. Este factor tiene implicaciones en la experiencia de uso del internet, desde que el crecimiento de planes de zero raiting en los que se ofrece redes sociales y chat gratis aparecen como ganchos de mercado dejando como resultado solo un consumo limitado de este bien, además disminuyendo, sin duda, que se aproveche todo el potencial democratizador de la web.
Concentrados en el caso colombiano es importante mencionar que a pesar de la agenda digital, que ha sido bandera en el actual gobierno, se debe poner especial atención en la falta de enfoque de género lo cual se puede traducir en falta de mecanismos par el empoderamiento y ejercicios de derechos de las mujeres.
Al respecto hace poco Amalia Toledo, coordinadora e investigadora de proyectos de la Fundación Karisma escribía sobre la necesidad de “Un cambio político, que reconozca las diferencias en el acceso y uso de Internet por mujeres y hombres, y la brecha de género que existe podría impulsar una transformación en cómo se entienden y usan las tecnologías digitales. De este modo, cualquier cambio de política debe considerar las tecnologías, pero sobre todo internet, como una herramienta de participación política y ciudadana, de democratización e inclusión. (…) riesgos y peligros de internet son diferentes si estamos frente a una mujer, la población infantil o la juventud”.
Una de las problemáticas más preocupantes en cuanto a violencia en línea es el tema del anonimato y la distancia que las TIC permiten a los victimarios o victimarias, lo que dificulta identificarlos y denunciarlos ante la justicia. Es importante mencionar que en Colombia no existe regulación específica respecto a la violencia ejercida en entornos digitales hacia mujeres, no hay estrategia de abordajes o control jurídico definidos por el estado. Sin embargo, muchos de los grupos activistas por los derechos de las mujeres en internet también establecen la necesidad de resguardar el anonimato para poder seguir defendiendo el derecho a una vida sin violencia.
Es necesario que las mujeres sepan enfrentarse a los diferentes tipos de violencias en línea de manera asertiva, que las autoridades competentes tengan la capacitación necesaria y requerida para atender denuncias por violencias de género en línea, y que la población en general se sensibilice al respecto aprendiendo a respetar la diversidad de ideas y promoviendo el debate abierto y plural. Son diferentes las campañas que se han generado en alternativa a la falta de leyes en Colombia, organizaciones como Colnodo y Fundación Karisma, son algunas de estas.
En 2014 en conjunto las dos organizaciones desarrollaron la campaña Actuemos para denunciar la violencia contra las mujeres en entornos dígitales la cual se encontraba en el marco de la campaña de 16 días de activismo contra la violencia hacia la mujer que se celebra de manera mundial. La campaña brinda una serie de guías de acción con información sobre herramientas legales y tecnológicas que aportan a la construcción de los caminos para la denuncia.
Este año enmarcada en los 16 días de activismo se lanzó la campaña Alerta Machitroll la cual busca que las mujeres puedan navegar de manera segura y su voz sea respetada a través de la documentación de contenidos violentos en internet dirigidos a mujeres y/o a grupos LGBTIQ, Internet debe ser pensada como una herramienta de participación política y ciudadana, de democratización e inclusión, debe ser aquel espacio en que se pueda desarrollar el libre pensamiento, la expresión y la identidad. Donde se puedan explorar los derechos sexuales y reproductivos sin temor a la censura, que estimule al desarrollo de iniciativas productivas, que sea un espacio seguro para participar políticamente. Donde las mujeres seamos ciudadanas activas política, cultural y económicamente.
Alerta Machitroll es entonces una herramienta que usa el humor para señalar comportamientos violentos hacia las mujeres en la red ¿Quién es un Machitroll? La campaña define a un machitroll como “aquel que va más allá de ser un simple cibernauta que quiere opinar sobre lo que dicen o hacen las mujeres en la red con una rapidez inusitada inundando el ciberespacio con comentarios machistas, sexistas y misóginos Su palabra favorita es “feminazi” y su mayor miedo es lo que él mismo llama “censura feminista”. En la red-, el solo hecho de declararse feminista o referirse a cuestiones de género hace emerger cadenas de mensajes violentos, de odio y de cibermisoginia (acoso, hostigamiento, extorsión y amenazas, robo de identidad, doxxing, alteración y divulgación de fotos/videos sin consentimiento, etc.).
Alerta Machitroll invita a identificar y detener el crecimiento de este comportamiento como una forma de violencia hacía la mujer, además incentiva a las usuarios y usuarios a desarrollar como práctica permanente capturas de pantallas de estos ataques a través del internet, para luego compartirlos y debatir al respecto.
La violencia contra las mujeres en entornos digitales causa daños principalmente psicológicos y emocionales que pueden escalar hacía abuso físico en la vida real, existen caso de suicidios, en particular de personas jóvenes causados por daños a raíz de ser víctimas de violencia en línea. Por ello se hace cada día más y más necesario pensarnos y construir un internet sin violencia.