Por Carolina Botero
“CoronApp hace parte de la estrategia mundial para combatir el Coronavirus. Hemos venido dialogando con Singapur, España, Corea del Sur y Estados Unidos” dijo Víctor Muñoz, Consejero Presidencial Económico y de Transformación Digital en el último lanzamiento de la aplicación el pasado 14 de abril en el que agregó ya habían superado el millón de personas registradas. Así, Colombia se unió a la moda que recorre el mundo de usar tecnologías, especialmente aplicaciones para rastrear y administrar el contagio de la pandemia por coronavirus.
Al gobierno nacional parece bastarle la idea de imitar las soluciones de otros países, sin profundizar en cómo funcionará en contextos muy diferentes, con recursos, realidades y respuestas a la epidemia diversas. Preocupa además que estas soluciones se reproducen también localmente. Entre la multiplicidad de opciones que hay en las regiones colombianas, resaltan la aplicación Cali Valle Corona y el sitio “Medellín me cuida” por cuanto son las iniciativas de gobiernos que a nivel regional impactarían a más personas.
El laboratorio de privacidad y seguridad digital de Karisma, K+Lab, analizó estas tres herramientas para ver cómo protegían nuestra privacidad. En el proceso se identificó la ausencia de información pública que permita entender cuál es el propósito de estas herramientas y cómo se integran en la estrategia. La ausencia de información oficial contrasta con las muchas declaraciones aspiracionales del rol que jugarán estas herramientas durante la pandemia. Entender qué es lo que realmente hacen servirá para informar el debate sobre el uso de las aplicaciones en el país.
Sin tener experticia epidemiológica, desde la confianza en esa ciencia y manteniendo la mente abierta a las posibilidades que la tecnología abre para apoyar las estrategias de contención y mitigación del contagio, los anuncios públicos que los gobernantes hacen en Colombia sobre el rol de las aplicaciones ponen su centro esencialmente en las funciones de vigilancia de las herramientas con muy pobres explicaciones sobre su articulación con el resto de la estrategia para la pandemia. Más que vigilar el contagio del virus, parece que nos piden que confiemos en que la tecnología ayudará vigilando a las personas. Más que analizar los modelos de las aplicaciones que se despliegan por el mundo para seleccionar y definir cuál será la versión “a la colombiana” la carrera contra el tiempo parece ser porque nuestras soluciones incluyan todas las funciones que hay en el mundo.
Lo que más nos preocupa es que sabemos que la tecnología no reemplaza buenas políticas públicas. Desplegar tecnología basados en ilusiones de resultados puede generar más problemas que beneficios, además de una crisis más profunda al quebrar la confianza que se deposita en ellas.
Es necesario entender qué hacen las aplicaciones y cómo lo hacen,por qué incorporar funcionalidades que representan importantes riesgos -como las de rastreo de contagio por proximidad y los pasaportes de movilidad-, sin que sean parte de una estrategia integral de política pública que aborde sus limitaciones técnicas y especialmente los grandes riesgos sociales que entrañan.
Te invitamos a conocer con más detalle esta conversación a través de la intervención que Carolina Botero, nuestra directora, tuvo el pasado viernes en el programa: ¿Salud o protección de datos? Otro falso dilema
También te animamos a consultar nuestra entrada: ¿Qué sabemos de estas tres herramientas que se anuncian como soluciones tecnológicas para el manejo del COVID-19?
Para conocer los hallazgos y más detalles de los análisis técnicos que venimos realizando, le invitamos a leer nuestro artículo; CoronApp, Medellín me Cuida y CaliValle Corona al laboratorio, O cómo se hackea CoronApp sin siquiera intentarlo.
Nota: Estas publicaciones e investigaciones son parte de la veeduría ciudadana que hacemos como organización de la sociedad civil. El Estado debe mejorar la transparencia en el despliegue de esta tecnología indicando cuál es su propósito dentro de la estrategia contra el Covid 19, explicando cómo lo hacen, cuáles son sus ĺímites y cómo protegen nuestros derechos. Adicionalmente, deben comprometer a hacer auditorías (internas y externas) para detectar con mayor urgencia las vulnerabilidades y otros problemas de seguridad y privacidad digital a las que se exponen las personas que usan estas aplicaciones, estas auditorías deben ser públicas y estar al alcance de cualquiera.